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LOS HEXAGRAMAS EN SECUENCIA

  1. Yi Jing Orienta
  2. Textos introductorios
  3. Los hexagramas en secuencia

Jorge Vulibrun 1

Eslabones de acero

La novena de las diez alas, los anexos que forman parte integral del texto del Yi Jing, es la llamada 序 卦 xù guà, "Orden o Secuencia de los Hexagramas". La autoría de este texto no está definida y él no está presente en el manuscrito de Mawangdui del año 168 a. C., pero forma parte del conjunto de textos que actualmente se llaman "Texto Recibido".

La Secuencia usa los nombres de los hexagramas para establecer una lógica en aquello que, inicialmente, puede parecer un orden confuso en el que se presentan los hexagramas. El presente texto no es una traducción de la Novena Ala y tiene un doble propósito: por un lado, dar cuenta también de la secuencia en que los hexagramas se presentan en el Yi Jing y, por el otro, probar la consistencia de los nombres con los que los hexagramas fueron traducidos en el Yi Jing (I Ching) El Libro De los Cambios; ¿Qué es, para qué sirve y cómo se usa este libro milenario?” (en portugués).

Secuencia de los hexagramas

La interacción entre la iniciativa (H01) y la conformidad (H02), entre el yang y el yin, entre el estímulo y la producción generan toda la diversidad de procesos que nos rodean, los cuales inevitablemente pasar por problemas antes de fortalecerse, así como sucede con una pequeña planta que sale del suelo. Este brote, originado en una semilla, comienza con contratiempos (H03), ya que deberá abrir sus pequeñas hojas, enfrentar las inclemencias del tiempo y, finalmente, superar la ignorancia (H04) propia de la inmadurez.

Cuando las cosas comienzan a aparecer lo hacen de forma inicialmente confusa y llena de contratiempos (H03). En estos comienzos todas las cosas son inmaduras y muy ignorantes (H04), de la misma forma que una fuente que brota del pie de una montaña es el inicio modesto de algo que puede llegar a convertirse en un gran y caudaloso río. Ellas deberán aprender a esperar sin inquietarse (H05) la evolución natural de los procesos.

Consiguiendo superar nuestra ignorancia (H04) seguramente sabremos esperar sin inquietarnos (H05) el momento adecuado de lidiar con aquello que tenemos que enfrentar, evitando disputas inútiles (H06).

Aprendiendo a esperar sin inquietarnos (H05) podremos evitar entrar en disputas inútiles (H06) y conflictos improductivos. La superación de estos conflictos nos permitirá liderar con más experiencia (H07) nuestras circunstancias.

Cuando partidos o facciones se involucran en disputas inútiles (H06) es necesaria la intervención de un líder experimentado (H07) que contribuya a disolver las tensiones, convirtiéndose así en el foco del cual todos se aproximan (H08).

Quien lidera con experiencia (H07) sabe que es fundamental una aproximación mutua (H08) con respecto a las personas lideradas, ya que el líder no debe colocarse en un pedestal que lo aísle ni debe permitirse ser contenido por lo pequeño (H09).

Cuando existe una aproximación mutua (H08) entre diferentes partes, se corre el riesgo de quedar contenido por lo pequeño (H09), es decir, dejarse atrapar por detalles y perder la visión de conjunto. Por lo tanto, es necesario andar con cuidado (H10).

Cuando las cosas quedan contenidas por lo pequeño (H09), se crean situaciones potencialmente peligrosas que requieren andar con cuidado (H10) para poder salir de ellas. En este caso, las cosas fluirán armónicamente (H11).

Cuando se anda con cuidado (H10) las cosas fluyen armonicamente (H11), ya que es posible eludir fácilmente cualquier obstáculo que se presente en el camino, pero, inevitablemente, ellas terminarán paralizadas por alguna incompatibilidad (H12).

"Siete vacas gordas y siete vacas flacas", "hay tiempo para reír y tiempo para llorar", o sea, lo bueno no dura eternamente. Por eso, las cosas que, en un determinado momento, fluían armónicamente (H11), acaban por estancarse, paralizadas por alguna incompatibilidad (H12). Esto requerirá mucha suavidad para integrarlas (H13) con las circunstancias que las rodean.

Cuando las personas o cosas están paralizadas por las incompatibilidades (H12) que existen entre ellas, es necesario integrarlas entre sí con suavidad (H13) y, para ello, es forzoso manifestarse con grandeza (H14).

Quién puede integrar a los hombres con suavidad (H13) ciertamente manifiesta su grandeza (H14) y puede extender su influencia cediendo con modestia (H15) a todos los aspectos de la realidad.

Quien se manifiesta con grandeza (H14) debe saber cómo evitar las trampas del ego y ceder con modestia (H15) para lograr influir eficazmente en su entorno. Aun así, debería evitar excesos (H16) de cualquier tipo, sea en el orgullo o en la propia modestia.

Quién sabe ceder con modestia (H15) será, sin duda, capaz de evitar los excesos (H16). Pero, para hacerlo, debe acompañar las circunstancias (H17), con cuidado y precaución.

Quien previene excesos (H16), será capaz de acompañar las circunstancias (H17) de la mejor manera, a fin de evitar el gasto innecesario de energías. De esta manera sin duda podrá arreglar lo que está deteriorado (H18).

Quien, identificando las semillas de la situación presente, logra acompañar sus circunstancias (H17), sabrá cuándo ha llegado el momento de actuar y conseguirá arreglar lo que esté deteriorado (H18). Para ello debe observar las cosas de cerca (H19).

Para arreglar lo deteriorado (H18) debemos aproximarnos y observar de cerca (H19) la evolución de lo que debemos arreglar, ya que sólo así podremos tratar adecuadamente con él. Esto significa entrar en los detalles de la situación, ya que de poco sirve un conocimiento generalizado y teórico cuando debemos involucrarnos con asuntos específicos. Pero, no es conveniente perderse indefinidamente en los detalles. Después de identificar los elementos más significativos de la situación, es necesario volver a una visión más holística que permita el desarrollo de una estrategia más duradera. Así, tendremos que pasar a observar de lejos (H20) para tener una perspectiva correcta de la situación como un todo.

Después de observar de cerca (H19) las situaciones con las que tenemos que lidiar, para así identificar todos los matices posibles, seremos observados de lejos (H20) para ser juzgados por nuestras actitudes y nuestra habilidad para tratar con esas situaciones. Es importante destacar la advertencia contenida en el H19: mirar los detalles no es una acción que deba prolongarse por mucho tiempo. Después de identificar las semillas y los matices de una situación, es necesario retomar una visión de conjunto para encontrar la forma adecuada de lidiar con las partes. Evitaremos así unir de una forma ruda a los fenómenos que nos rodean, como si los estuviésemos mordiendo (H21).

observar de lejos (H20) ofrece una visión de conjunto que permite colocar las cosas en una perspectiva adecuada para luego unirlas, mordiendolas (H21) hasta con rudeza, en conjuntos consistentes que les otorgue una sinergia más eficiente. Pero, aunque eliminemos la rudeza, debemos evitar caer en un adorno superficial, por más sofisticado (H22) que pueda parecer, de los fenómenos que constituyen nuestras circunstancias.

morder con rudeza para unir (H21) es una alternativa que puede ser efectiva en ciertas circunstancias, pero que no resulta conveniente prolongar sin necesidad. Pero no por eso debemos adornar (H22), aunque sea de una forma elegante y sofisticada que acabe resultando superficial y desgaste peligrosamente (H23) las cosas.

Cuando las cosas son adornadas sofisticadamente (H22), seguramente van a sufrir un desgaste peligroso (H23) que podrá llegar a destruirlas, pero del cual terminarán resurgiendo positivamente (H24).

Los fenómenos no pueden desaparecer, desgastándose (H23) completamente. Ellos se transforman y resurgen (H24) con nueva vitalidad, actuando sin esforzarse (H25).

En una situación de desgaste, el resurgimiento positivo (H24) de la energía creativa se da sin esfuerzo (H25), resultado del intercambio fundamental entre las energías yin y yang que volvió, una vez más, a reestablecerse. Se conseguirá así una acumulación de energía, que será contenida por lo grande (H26).

Cuando enfrentamos nuestras circunstancias espontáneamente y sin esforzarnos (H25), aceptando naturalmente la forma en que se nos presentan, quedamos contenidos por esa GRANDE (H26) idea. Evitamos así un desgaste inútil de energías que, en cambio, podrán acumularse considerablemente. Esta acumulación permitirá, posteriormente, nutrirse adecuadamente (H27).

Cuando la energía queda contenida por algo grande (H26) y se acumula, puede ser utilizada en nuestra evolución espiritual, nutriéndonos (H27) con los alimentos correctos. O, en otra analogía, la olla de presión, representada por el H26, permite, en el H27, la cocción de los alimentos con los que nos nutrimos, pero esa olla no puede aumentar indefinidamente la presión porque se excederá siendo grande (H28).

Una nutrición adecuada (H27) es un requisito previo para enfrentar tareas difíciles. Actuar de otra forma representa un poco de soberbia y lleva a excederse, aun siendo grande (H28) y, con ello, conduce al riesgo de acabar teniendo que entrenarse en un abismo (H29).

Cuando alguna cosa se excede, aunque sea grande (H28) terminará por caer en un abismo (H29). Por eso es recomendable entrenarse en cómo reaccionar ante tales situaciones peligrosas, a fin de poder controlarlas dentro de lo posible. Sólo después podremos ver objetivamente la situación, como nos enseña adheriendo como el fuego (H30).

Cuando se está enfrentando un abismo (H29) será necesario encontrar dónde sostenerse, de forma parecida a la del fuego, que se adhiere (H30) al combustible. Todo fenómeno depende de algún otro, ya que todos ellos están interconectados, estimulándose mutuamente (H31).

Cuando las cosas quedan adheridas (H30) entre sí como el fuego a su combustible, ellas terminan influenciándose mutuamente (H31). Es de esa interacción entre opuestos que nacen todos los procesos, los cuales, a su vez, pueden ser clasificados en nuevas categorías que continúan interactuando mutuamente. Pero, inevitablemente, deberán navegar por la tormenta (H32) de esa interacción.

Los estímulos mutuos (H31) entre los fenómenos, representados por la imagen del matrimonio, excitan y enriquecen a los involucrados, pero, al mismo tiempo, provocan una agitación que acaba exigiendo navegar en esa tormenta (H32), lo que puede obligar a retirarse a un refugio (H33).

Después de navegar en una tormenta (H32) es inevitable desear retirarse a un refugio (H33) y descansar para, así, fortalecer lo grande (H34).

Es imposible quedarse eternamente recogido en un refugio (H33), llega el momento cuando cada uno debe manifestarse, fortaleciendo lo grande (H34) y actuando en el mundo. Pero esto debe hacerse a través de un progreso paulatino (H35), a fin de evitar excesos.

Las cosas no pueden quedarse estacionarias, fortaleciendose (H34) permanentemente; para progresar (H35) ellas deben ponerse en marcha, de lo contrario estarían neutralizando su luz (H36).

Las cosas no pueden progresar (H35) indefinidamente; llega el momento en que es necesario neutralizar la propia luz (H36) para salir de los focos y nada mejor para eso que refugiarse en la familia (H37).

Cuando nuestra luz es neutralizada (H36) en el mundo es natural buscar el consuelo y abrigo de la familia (H37), donde generalmente el amor predomina sobre las conveniencias y hasta las divergencias son constructivas (H38).

Cuando se organiza una familia (H37) ciertamente aparecerán divergencias construtivas (H38) entre sus miembros, ya que el conjunto estará formado por individuos con puntos de vista y sentimientos diferentes. Esto lleva el riesgo de dejar que la situación quede obstruida por esas dificultades (H39).

Cuando tenemos que enfrentar divergencias (H38) u oposiciones, ellas se constituyen en obstáculos que nos obstruyen (H39) y que debemos superar. Vencerlos conduce a una liberación (H40) que nos relaja.

Cuando las cosas están obstruidas por las dificultades (H39), éstas, inevitablemente, terminarán por alcanzar un punto a partir del cual se produce una liberación de las tensiones (H40), lo que lleva a una disminución de lo superfluo (H41).

Después de liberar tensiones (H40) experimentamos una sensación de relajación, pero eso, ciertamente, conduce a la pérdida de algo, aunque sea, la disminuición de lo superfluo (H41). Esta disminución permitirá, a su vez, un aumento de nuestras responsabilidades (H42).

Así, como toda disminución debe necesariamente ser seguida por un aumento, cuando disminuímos lo superfluo (H41) estaremos más libres para actuar, pudiendo así aumentar nuestras responsabilidades (H42), lo que contribuirá sin duda a apartar con determinación (H43) los elementos oscuros de cualquier situación.

Cuando nuestras responsabilidades aumentan (H42) es necesario apartar con determinación (H43) las fuerzas oscuras que nos rodean, pero no debemos olvidar que probablemente tropezaremos en la tentación (H44) de convivir con ellas.

Por más que pretendamos apartar con determinación (H43) todos los problemas, nos encontraremos con que se trata de una tarea imposible: inevitablemente, y de forma abrupta, nuevos problemas aparecerán delante de nosotros, lo que nos hará tropezar en la tentación (H44) de convivir con ellos para que no nos molesten. Para evitar caer en esa tentación deberemos agruparnos con fuerzas positivas, siguiendo el ejemplo (H45) que ellas ofrecen.

Para evitar tropezar en la tentación (H44) las personas encuentran fuerzas formando un grupo con ideas comunes y, para ello, deben encontrar quién los agrupe por el ejemplo (H45). Cuando las cosas se agrupan de forma correcta, acaban generando un crecimiento suave (H46) y generalizado.

Cuando las cosas se agrupan (H45), por menores y débiles que sean, acaban produciendo un efecto acumulativo que las hace crecer suavemente (H46). Pero, no debemos olvidar que las cosas no pueden crecer indefinidamente, pues ellas terminarán agotándose y oprimidas por esa coyuntura (H47).

Todo crecimiento, por más suave (H46) que sea, acaba oprimido por la coyuntura (H47) y el hexagrama que representa esta situación está formado por un Lago que se vacía en el Abismo, o sea, el agua que fluye por el desagüe, perdiéndose. Pero, el agua no puede perderse definitivamente, porque acaba acumulándose en algún lugar y acaba sustentando como un pozo (H48).

Cuando nos sentimos oprimidos por la coyuntura (H47) debemos volvernos hacia nosotros mismos, el pozo de donde podremos extraer aquello que nos sustente (H48), que nos alimente. Esto significará, ciertamente, una renovación radical (H49) de aquella coyuntura.

Hasta un pozo, que es fundamentalmente fijo, para de sustentar (H48) y requiere una renovación radical (H49), sea porque deba ser excavado más profundamente, tener sus paredes reacondicionadas o la cuerda sustituida. Esto es propio de la mutabilidad de todas las cosas y ejemplifica la transformación profunda (H50) de todo proceso.

Toda renovación radical (H49) que aleje lo viejo sirve para reposicionarnos con relación a nuestras circunstancias y debe ser seguida por una profunda transformación (H50) interior que nos permitirá consolidar lo nuevo, pero que nos deja asustados como por un sismo (H51).

Un proceso de profunda transformación (H50) personal e interior nos obliga a enfrentar situaciones que pueden asustarnos y agitar (H51), pero esta es una característica de la dinámica de la acción emprendida. Lo importante es controlar nuestros impulsos (H52) y no perder la calma en situaciones que pueden parecernos duras.

Quien se asusta con un sismo (H51) se pone en marcha, pero este movimiento no puede durar para siempre, y para eso es necesario controlar sus impulsos (H52) y darse una pausa para pensar. Impulso aquí no debe interpretarse literalmente como equivalente a movimiento, ya que muchas veces, siguiendo un impulso, nos detenemos cuando lo correcto sería movernos. En otras palabras, el H52 indica que la situación, sea como sea, va a cambiar: si en movimiento, va a parar; si en reposo se moverá. Eso, sin duda, permitirá un desarrollo gradual (H53) de la situación.

Consiguiendo controlar los impulsos (H52) se inicia un desarrollo gradual (H53), o sea, a nivel personal, un crecimiento que aumenta la capacidad de interactuar de forma equilibrada con todos los procesos. Sin embargo, el aspecto gradual de este desarrollo debe ser respetado para no comprometerse precipitadamente (H54).

En un proceso de desarrollo gradual (H53) es muy importante evitar la tentación de tomar atajos, comprometiéndonos precipitadamente (H54) con las circunstancias, lo que, eventualmente, obligarían a enfrentar una abundancia (H55) que puede confundirnos.

Cuando nos comprometemos precipitadamente (H54) con cosas que nos entusiasman, tenemos que enfrentar con su abundancia (H55), sólo para, en el futuro, terminar perdiéndolas viajando por el exilio (H56).

Quien tiene que lidiar con abundancia (H55) usualmente agota sus fuerzas y termina condenado a un viaje por el exilio (H56), durante el cual deberá obedecer dócilmente (H57) a las diversas circunstancias que tendrá que enfrentar.

Viajando por el exilio (H56) no se encuentra fácilmente un lugar donde descansar, lo que recomienda una obediencia dócil (H57) a los usos y costumbres de cada lugar. Sólo de esta manera será posible obtener cierta satisfacción positiva (H58) dentro de la situación problemática.

Obedecer dócilmente (H57) a las coyunturas que debemos enfrentar es la mejor manera de lograr una satisfacción positiva (H58), que pueda alegrarnos y, al mismo tiempo, enriquecer nuestras vidas. Esto ciertamente dispersará la rigidez (H59) que a veces caracteriza nuestras circunstancias.

Una satisfacción positiva (H58) es algo naturalmente gratificante que queremos prolongar en el tiempo. Desafortunadamente esto conduce a actitudes rígidas que inevitablemente será necesario dispersar (H59) para restablecer límites equilibrados (H60).

Cuando las cosas dispersan la rigidez (H59) que las une o las caracteriza, ellas se separan. Pero, este proceso no puede ser indefinido, ya que terminan encontrando un límite equilibrado (H60) para esta separación, lo que nos restablece una confianza íntima (H61) en la evolución de los procesos.

Al mostrar nuestra capacidad para limitarnos equilibradamente (H60), expresamos la sinceridad de nuestra actitud y esto genera la confianza íntima (H61) de quienes nos rodean. De esa manera podemos permitirnos llegar a excedernos, incluso siendo pequeños (H62).

Cuando confiamos íntimamente (H61) en la marcha de las cosas debemos evitar excedernos cuando nos sentimos pequeños (H62), adaptándonos a la realidad. Así podremos completar nuestras tareas después de haber atravesado (H63) una serie completa de circunstancias.

En relación con la grandiosidad del universo y la miríada de procesos que lo componen, todos somos pequeños y sentimos que excedemos nuestras capacidades (H62), pero, aun así, estamos obligados a conducir las situaciones, después de atravesarlas (H63) hasta su maduración y su transformación en otras. Esto, ciertamente, conducirá a toda una nueva fase de potencialidades, representada por el hexagrama antes de haber atravesado (H64).

Las cosas no pueden acabar y, después de haber atravesado (H63) un río, encontramos nuevas playas, nuevas llanuras, nuevas montañas todavía no atravesadas (H64).

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NOTAS

  1. Este trabajo incluye fragmentos del libro del autor: “Yi Jing (I Ching) Una herramienta para el autoconocimiento”, que puede encontrarse en este sitio www.yijingorienta.com.br/ .