EL BUDISMO Y EL YI JING
UNA INTERPRETACIÓN PERSONAL Y LAICA DE ALGUNOS DE LOS CONCEPTOS BÁSICOS DEL BUDISMO
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- El budismo y el Yi Jing
Buda preguntó: “¿Cuál es la duración de la vida?”
Un discípulo respondió: “Un inspirar y un espirar.”
Buda completó: “Has avanzado en el camino de la comprensión.”
(“Sutra en 42 secciones”, sección 38)
Jorge Vulibrun, diciembre de 2017

Para recorrer un camino dentro de una nueva ciudad es necesario, inicialmente, un mapa para guiarnos y orientarnos. Sólo después de haber recorrido ese camino muchas veces podremos prescindir de ese mapa y dirigir nuestra atención a los edificios que lo rodean o a los árboles y flores que lo adornan y que forman el camino verdadero, que no es aquel dibujado en el mapa. A pesar del budismo predicar la disminución de lo racional y de lo intelectual y su sustitución por la intuición, es inevitable comenzar con un mapa. Sin embargo, debemos hacer una aclaración para la aparente repetición de algunas ideas en este texto: ellas corresponden a encrucijadas importantes que, como en toda carretera, deben ser señalizadas varias veces para facilitar el recorrido.
Pero antes de avanzar en el mapa es necesario justificar el porqué de este texto en un sitio sobre el Yi Jing. El budismo, como veremos más adelante, se caracteriza por enfatizar el momento que estamos viviendo y la mutabilidad de todas las cosas, y, como varios de los textos de este sitio web lo muestran, ese énfasis es también subyacente a la filosofía de ese clásico chino. Así como el budismo presenta una visión consistente de los cómo y porqués de nuestras situaciones de vida, que pueden ser considerados análogos a un mapa que las describe, el Yi Jing funciona como una brújula que, apuntando a un equilibrio entre nosotros y nuestras circunstancias, termina por orientarnos para navegar en ese mapa, muchas veces aterrador y generalmente confuso. Debemos subrayar que, a pesar de la enorme influencia del budismo y del Yi Jing en el Extremo Oriente, hubo pocos trabajos para estudiar su relación. Una importante excepción fue Ouyi Zhixu (1599-1655), uno de los grandes fundadores del budismo Zen, que escribió un tratado vinculando los dos campos. 1
Es necesario también explicar el uso de conceptos científicos en este texto. Como vemos más adelante, la humanidad está enfrentando una verdadera avalancha de conocimientos e informaciones que está cambiando la forma de entender y explicar nuestra visión del mundo ... y eso afecta, nos guste o no, nuestros posicionamientos filosóficos y religiosos, ya que se refieren a hechos y fenómenos que no pueden ser ignorados.
Esto puesto, retornemos a nuestra presentación del budismo.
Como es tan común en Oriente (también en eso opuesto a Occidente), el budismo se inició como una escuela filosófica y acabó convirtiéndose en una religión (o, más propiamente, en varias religiones: el Vajrayana tibetano, el Hinayana del Sudeste de Asia o la Tierra Pura japonesa son ejemplos de la diversidad que el budismo religioso adoptó). Los conceptos básicos del budismo sufrieron, a medida que se extendía por Asia, una profunda elaboración desde que comenzaron a ser formulados en el siglo VI a.C. Acompañando las diferentes formas culturales donde se instaló, incorporó características más o menos religiosas, esotéricas y filosóficas, además de influir en el pensamiento de otras culturas como, por ejemplo, en el sufismo como corriente esotérica del Islam. Estos conceptos pueden ser equiparados a las placas de una carretera, que alertan y destacan diversos puntos de ella, y son utilizados en este texto basados fundamentalmente en sus raíces sánscritas 2 o chinas, en un intento de retrotraerlos a una forma más cercana a su uso inicial, o sea, desprovistos lo más posible de posteriores añadidos culturales.
Presentamos aquí un mapa de uno de los budismos posibles, que en este caso es fundamentalmente laico.
El camino del budismo (Las Cuatro Nobles Verdades)
El argumento inicial del budismo es que las dificultades por las que atravesamos en nuestra vida son derivadas de puntos de vista equivocados, resultantes, a su vez, de mecanismos automáticos (y por lo tanto no cuestionados) de nuestro proceso cognitivo. Para hacer este análisis, el budismo, en lugar de pensar en términos de sustancias interactuando unas en las otras lo hace en términos de condicionalidad, donde un proceso condiciona la aparición de otro, expresado en la fórmula del Origen Condicionado (paticcasamuppada) (ver más adelante). En otras palabras, un fenómeno no produce otro, sino que condiciona la aparición de este nuevo fenómeno. Un ejemplo utilizado a menudo es el de una mesa de billar. Imaginen una mesa con tres bolas. Cuando se impulsa la primera bola, su energía cinética es transferida a la segunda y de aquella a la tercera, que finalmente cae en el cajón, sin que cualquier cosa material haya sido transmitida de la primera a la tercera bola. Semejantemente, cada forma de existencia condiciona la subsiguiente, que es entonces considerada como su renacimiento. Sin embargo, ningún alma transmigra a través de la corriente de renacimientos. Entre la persona "A" y su renacimiento "B" no hay, ni siquiera parcialmente, identidad, sino una relación de Origen condicionado y dependencia. La persona "B" es contingente de la persona "A", nada más. [En el sentido que "B" ocurre para sustituir la "A"]
Nos alimentamos, acto totalmente normal. Algo nuevo pasa a ser parte de mi cuerpo. Si estuviera en mal estado nuestra vida va a cambiar con respecto a la que habríamos vivido no fuera por ese alimento. Pasamos a enfermarnos, a preocuparnos por la curación, con visitas a médicos, con el testamento, etc., etc., etc. ¿Dónde se originaron nuestros problemas? De la enfermedad de un buey que, a su vez, puede haberse originado por ese animal haber comido lo que no debía o de comer una hoja de pasto que, por casualidad, fue contaminada por otro animal. Nuestro cuerpo elimina diariamente sus desechos, acto totalmente normal. Lo que en un momento era parte integrante de mi cuerpo en el momento siguiente deja de serlo, o sea, parte de mi cuerpo murió para mí. Un pez en la bahía come esos desechos; una parte de mí pasó a formar parte de él, mató su hambre, le transmitió o no enfermedades que mi cuerpo pudiera llevar; influimos en su existir. Escribo un libro, acto no tan normal. Lo que pensé, concebí, imaginé, percibí o acumulé como experiencia de vida está registrado en él. Alguien lo lee (con suerte). Estas ideas, esa experiencia de vida influyen en él y, a partir de ese momento, la vida del lector cambia, para mejor o peor; parte de mí influyó en su existencia. Así, muero a cada momento (perdiendo partes de mi cuerpo, soltando el aire de mis pulmones) y renazco a cada momento (incorporando nueva materia a mi cuerpo, leyendo un libro, escuchando una música, inspirando aire en los pulmones, pasando a formar parte de un pez, fundamentando los pensamientos de otra persona) de una forma diferente a la que era. No soy un ente, soy un proceso 3 en constante mutación; no soy, estoy siendo 4, en otras palabras, nada es, todo sucede.
Puede parecer extraño, pero de ser la persona A en un determinado momento, pasé a ser la persona B en el momento siguiente, condicionada por las acciones y pensamientos de A. Soy otro y la ignorancia fundamental que el budismo enfatiza (avidya) es pensar que soy el mismo, y que estoy obligado a seguir actuando como si fuera A (este hecho será enfatizado más adelante al hablar de los seis reinos de la Rueda de la Vida)
Conforme el Buda enseñó, todos los fenómenos existentes están marcados por tres características, llamadas en conjunto "las tres marcas de la existencia", que son: mutabilidad (anicca) 5; insatisfacción (dukkha) 6; e insustancialidad o "no-yo" (ausencia de una esencia permanente) (anatta) 7. Estas tres marcas constituyen el reconocimiento fundamental del budismo: la mutabilidad de los fenómenos son la causa fundamental de la insatisfacción con que nos encontramos en nuestras vidas. Pero Buda no se conformó con constatar los males del hombre, él también diagnosticó la causa de esa insatisfacción: la sed o deseo (tanha), pronosticó que esa causa puede ser derrotada al enfrentarnos a nuestros deseos y sus consecuencias e identificó la cura, aquello que debe ser hecho para superar la insatisfacción, método conocido como el Noble Óctuplo Camino o Dharma (法, fǎ en chino 8). El conjunto de la identificación, diagnóstico, pronóstico y método para alcanzar la superación efectiva es conocido como las Cuatro Nobles Verdades y constituye la base fundamental de todas las escuelas budistas existentes.
Primero veamos una interpretación occidental y moderna del concepto de mutabilidad (anicca) que es donde Buda identifica nuestro problema básico.
Podemos empezar diciendo que el Universo, a pesar de su inmensa diversidad, no es más que una sopa de partículas que se mueven en el vacío. Estas partículas son actualmente objeto de estudios para determinar cuáles de ellas son elementales (es decir que no se dividen) y cuáles están compuestas por la combinación de esas partículas elementales. Estos estudios están en evolución y están lejos de haber logrado una confirmación total, pero el modelo simplificado, revalidado por innumerables observaciones, identifica esas partículas como protones y neutrones (los dos formados por quarks), además de electrones y fotones. Todo el Universo, en su espantosa diversidad, es una agrupación de esas pocas partículas, formando progresivamente átomos, moléculas, elementos químicos, que por su vez constituyen minerales, tejidos vivos, planetas, estrellas, galaxias, etc.
Toda esta parafernalia de materia está en permanente transformación, unas en otras, de forma que la estabilidad de las cosas, a cualquier nivel, es un estado temporal porque, inevitablemente, ellas continuarán su evolución a través del proceso natural de generación, maduración, decadencia y extinción. Estas transformaciones siguen un mismo patrón: lo que está desapareciendo genera una "energía", que es la fuerza motora utilizada para formar lo que está apareciendo. En el ejemplo de la mesa de billar el golpe del taco aplica una fuerza en la primera bola, fuerza que se manifiesta en la energía cinética que pone en movimiento la segunda bola y la lleva a golpear en la tercera. Este golpe impulsa la pelota y la deja caer en el cucharón.
Considerando que la palabra "energía" está distorsionada por un uso indiscriminado que lleva a mucha confusión, primero debemos entender su significado. Se deriva del griego ergos, que significa "trabajo" y es un concepto necesario para la correcta descripción de la relación entre dos fenómenos o sistemas físicos cualesquiera. El físico Marcelo Gleiser dice:
“La energía no es una sustancia, no es visible o invisible. La definición que considero más adecuada es que la energía es una medida de transformación, que puede aplicarse al movimiento, a la luz, al sonido, al magnetismo, a las reacciones químicas (como la digestión de alimentos o la quema de gasolina), en fin, a cualquier proceso natural que implique algún cambio o la posibilidad de un cambio. Durante el siglo XIX, quedó claro que la energía tiene una propiedad fundamental: su conservación. La energía no puede ser creada o destruida, sólo transformada. En cualquier proceso natural la cantidad total de energía es la misma antes y después, aunque se haya transformado completamente. Esta visión de perpetua transformación en la naturaleza es, a mi ver, profundamente bella. Todo lo que observamos, e incluso lo que es invisible a nuestros ojos y sentidos, refleja, de alguna forma, una transformación de energía”. 9
Entonces, energía es la capacidad de efectuar transformaciones, o sea, detrás de todo cambio hay alguna energía que la alimenta y la condiciona. Cuanto mayor la transformación se dice que la energía involucrada fue mayor, pero ella no puede ser medida o pesada, solo podemos observar los efectos que provoca en los fenómenos implicados. Un celular que cae en el suelo libera una cierta energía que sólo puede ser evaluada por el hecho de que el celular rompe la pantalla al golpear el suelo. Podemos decir que la caída, derivada del campo gravitatorio de la Tierra, puede ser referida, por comodidad, como poseedora de una cierta energía potencial, proporcional al peso del celular y a la altura de la caída. Esta energía sólo será visible, perceptible, cuantificada, en función de la quiebra del cristal, resultado de la repentina detención del movimiento de caída del aparato al estrellarse contra el suelo y esa energía transferida al vidrio ... que no resistió. 10
Una de las leyes básicas de la física es la de la conservación de la energía que dice que la energía potencial existente en la combinación de un fenómeno anterior con un nuevo es siempre constante, independientemente de cuáles hayan sido las transformaciones que ocurrieron. En otras palabras, todo se transforma en una diversidad asustadora, pero la energía del Universo es constante, y, considerando la famosa ecuación de Einstein e = m.c² donde e = energía, m = masa involucrada (en este caso la masa total del Universo) y c = velocidad de la luz, podemos decir que la energía total del Universo es prácticamente infinita.
Otro factor significativo es la necesidad de existir una cierta correlación entre los fenómenos involucrados. Así, nuestros ojos no captan olas de calor, sino de luz ... siempre y cuando esa luz se mantenga dentro de límites estrechos de longitud de onda; otro ejemplo es que nuestro cuerpo no puede percibir la radiación electromagnética emitida por una estación de radio, cosa fácilmente efectuada por un pequeño receptor apropiado. Sabemos que a nuestro alrededor circulan permanentemente ondas electromagnéticas de las cuales no tenemos conciencia, olas que se diferencian unas de otras por su longitud de onda, por su intensidad, por su origen o por la energía que cargan, pero que sólo pueden ser captadas si construimos antenas apropiadas a las características de cada una de estas ondas. Hay antenas que sólo captan las señales telefónicas, otras las de televisión y otras son poderosos radiotelescopios que alcanzan las profundidades del Universo. ¿Y en qué se diferencian unas de otras? En la forma y el tamaño. Y eso se aplica también a nosotros, los humanos.



¿Por qué esta referencia a las antenas es significativa para entender el budismo? Porque no sirve de nada reclamar cuando mi antena de TV no capta conexiones de celular; el caso es cambiar de antena, es decir, debo esforzarme y hacer cambios interiores para combatir la frustración y la insatisfacción que las circunstancias externas, siempre cambiantes, me provocan y así me adaptar a las nuevas circunstancias o desafíos.
Otro hecho importante a considerar es que, hasta el siglo XVI, prácticamente todas las culturas imaginaban el Cielo como una especie de techo que protegía a la humanidad. La revolución científica que ocurrió posteriormente cambió de forma significativa ese concepto y amplió el alcance de nuestra mirada. Ella se esparce ahora en todas las direcciones del Cosmos y nos permite confirmar el viejo dicho que dice que "Todo es Uno", ya que podemos constatar que esa sopa de partículas moviéndose en el vacío, y que llamamos Universo, a pesar de su sorprendente diversidad, nada más es que una única sopa con gran cantidad de pocos ingredientes. Es importante destacar que esto incluye ABSOLUTAMENTE TODO, abarcando lo que yo llamo "mi cuerpo", que pienso ser "sólido", o "mis pensamientos", que sólo son electrones circulando por la red de neuronas de "mi cerebro".
Resumiendo, lo que llamamos energía sólo se manifiesta a través de las transformaciones de un fenómeno en otro, pero, mirada bajo otro aspecto, puede ser considerada el combustible, el motor, el impulsor de esas transformaciones. Así, la energía infinita que permea el Universo no puede ser vista o medida, excepto al observar la miríada de transformaciones que en él suceden, pero ella, aunque inmaterial, existe y podemos llamarla la Energía Primordial. Por ser constante y "responsable" de todos los cambios del Universo podemos equiparla al Motor de Aristóteles (que mueve todos los fenómenos), al Tao chino (que establece el equilibrio final entre todas las cosas), a Dios (creador de todas las cosas) o, como dijo, más humildemente, el filósofo chino Zhuangzi (Chuang Tse, siglo IV a.C.):
“Aparentemente, [parecería que los fenómenos] tienen un Maestro Verdadero, y, sin embargo, de él no encuentro vestigio. Él actúa, esto es cierto, pero no le veo la forma. Él tiene identidad, pero no tiene forma”.
Lo que nos lleva a la pregunta sin respuesta, o mejor, con miles de respuestas, formulada por Liebniz en 1697:
“¿Por qué hay algo en lugar de nada?” 11


El gráfico siguiente puede parecer fuera de contexto, pero Buda (en el Kalama Sutra, Anguttara Nikaya, citado más abajo) dijo, refiriéndose al sabio: "Él penetra el mundo con una conciencia impregnada de imparcialidad. Así, él lo recorre de forma abundante, expansiva, inmensurable, libre de hostilidad, libre de mala voluntad". En otras palabras, Buda no se opondría a las conclusiones obtenidas por el método científico, que no son más que una forma de iluminar con claridad el mundo que nos rodea. Este gráfico, elaborado en la década de 1980, es puramente conceptual y dice que si consideramos que el total del conocimiento humano en la época de Cristo está representado por el valor 1, se duplicó en 1750 (año en que se inventó la máquina a vapor) , cuadruplicó en 1900 y así por delante. La conclusión es que para el año 2020 ¡la duplicación se dará cada ... 160 días! Pasando de 128 veces el conocimiento humano en la época romana para 256 veces! 12
Estas cifras pueden parecer exageradas, pero si pensamos en el crecimiento de la población humana y en la cantidad de investigadores y entidades dedicadas a los más diversos campos del saber podemos percibir que estamos frente a una avalancha exponencial de conocimientos.
Considerando las limitaciones individuales, es evidente que nos estamos dirigiendo hacia un mundo de expertos ya que cada uno de nosotros sólo podrá limitarse a su campo particular de actuación, o sea, cada vez sabremos más de menos. Pero ¿dónde nos llevará esa avalancha de conocimientos? ¿Nuestros cerebros aguantarán la conmoción?
Todo este alud de informaciones está provocando un cambio fundamental del hombre con relación a su entorno: en los últimos 3000 a 4000 años Occidente, el Medio Oriente y, en menor grado, el Extremo Oriente, sentían la necesidad de explicar el mundo a su alrededor como la obra de un Padre o Rey que COMANDE toda esa diversidad de fenómenos; en la actualidad, después de la Revolución Científica iniciada en el s. XVII, lo que necesitamos es un paradigma que EXPLIQUE esa diversidad. Y es ahí donde el budismo se sostiene, ya que se complementa con esa explosión de conocimientos, que generan una cantidad de estudios que lo vinculan, seria, fuerte y coherentemente, con los últimos desarrollos del campo de la psicología. En las palabras del Dalai Lama 13:
"El propósito de la vida es ser feliz. Como budista encontré que nuestra propia actitud mental es el factor de más influencia para alcanzar ese objetivo. Para cambiar las condiciones externas a nosotros, ya sea las que se refieren a nuestro medio o a nuestras relaciones con los demás, debemos primero efectuar cambios dentro de nosotros mismos. La clave adecuada es la paz interior. En ese estado mental es posible enfrentar las dificultades con calma y de forma razonable, mientras se mantiene la condición de felicidad interior. Las enseñanzas budistas de amor, amabilidad y tolerancia, la conducta de no violencia, y la teoría de que todas las cosas son relativas, así como la variedad de técnicas para calmar la mente, son la fuente de esa paz interior.
Recientemente psicoterapeutas, con su base en ciencia y medicina, comenzaron a explorar las posibilidades de emplear las técnicas budistas en contextos terapéuticos. Creo que es completamente consistente con el objetivo de superar el sufrimiento y mejorar el bienestar de todos los seres sensibles. La experiencia con la meditación budista dio a los practicantes un profundo conocimiento del funcionamiento y la naturaleza de la mente, una ciencia interior que complementa nuestro entendimiento del mundo físico. Por sí mismo, ninguna cantidad de desarrollo tecnológico puede conducir a una felicidad duradera. Lo que casi siempre falta es el correspondiente desarrollo interior.”
Volvamos a nuestro tema principal y veamos ahora una interpretación oriental de la mutabilidad. El budismo comparte con las principales líneas del pensamiento oriental la visión de que el mundo está formado por una miríada de procesos interdependientes (lo que en chino se llama 萬 物 wanwu, "las diez mil cosas o procesos"), cada uno de ellos siguiendo sus principios inmanentes, es decir, los que le son propios. Estos procesos están fluyendo permanentemente, interactuando entre sí, en una sucesión interminable que caracteriza al proceso que engloba todo lo que existe, existió y existirá, dioses incluso 14.
Por lo tanto, la visión oriental no concibe el mundo como formado por innumerables objetos como lo hace la occidental. Los procesos tienden naturalmente a una interacción entre ellos, mientras que los objetos tienden naturalmente a su diferenciación. Así, los pensadores orientales priorizaban la "continuidad" mientras que Occidente prioriza la "identidad". Dentro de un contexto que prioriza los procesos el concepto de "identidad" queda, como mínimo, comprometido 15: esta mesa es una mesa y esa mesa también es una mesa, las dos con cuatro pies, pero una es de cedro y la otra de pino, una puede armonizar en un determinado ambiente y la otra puede desequilibrarlo totalmente; así, difícilmente dos mesas serían idénticas.
Hay algunas características comunes a todos estos procesos: ellos son "impermanentes", nacen, se desarrollan, maduran, decaen y mueren. Ellos "no son nada", "están vacíos", en el sentido de no tener sustancia o esencia duradera que los caracterice. Es decir, ninguno de estos procesos es "en sí”, siendo, únicamente, "entre sí", pues no pueden ser entendidos fuera de su relación y continuidad: si consideramos una piedra, ella no es sola, necesitamos la visión o el tacto como agentes intermediarios entre ellas y nosotros. En resumen, en español claro, todos estos procesos "no son, están siendo" y esto nos provoca una fuerte sensación de insatisfacción (dukkha).
El budismo lleva, en algunos medios, la etiqueta de "pesimista", de ser incapaz de identificar "el lado bueno de la vida". Esto es el resultado de traducir dukkha como "sufrimiento". Buda no dijo que "todo es sufrimiento", lo que él dijo y enfatizó es que "todo es insatisfactorio". En efecto, resulta obvio que enfermedades, guerras, penas, abandono, frustraciones, inseguridad y tantas otras experiencias sórdidas y malas son insatisfactorias. Pero tendemos a olvidar que experiencias agradables también pueden ser insatisfactorias ya que ellas acaban, se desglosan, además de no siempre estar a la altura de nuestras expectativas. Es decir, la mutabilidad intrínseca de todos los fenómenos es la fuente interminable de su falta de satisfacción. Aunque yo esté satisfecho con las circunstancias de mi vida, no puedo dejar de tener que enfrentarme a mi muerte o a la de mis seres queridos como el fin de esa satisfacción.
Debemos enfatizar que no sólo los fenómenos físicos son impermanentes. Nuestras creencias, emociones, pensamientos, también lo son. ¿Qué sentiría un egipcio devoto de la XII dinastía al visitar ahora el magnífico templo de Karnak y ver hordas de turistas sacando selfies en el Sancta Santorum del templo, donde una vez era expuesta la Barca Sagrada de Amón? ¿Y un fiel cristiano al visitar las ruinas de San Pedro en el siglo XXX?
Aquí debemos introducir un concepto importante: el aquí y ahora, el momento que estamos viviendo 16. Pero ¿qué es tiempo? Para nosotros, occidentales, la respuesta es prácticamente intuitiva: "el tiempo es un período sin interrupciones en el que ocurren los sucesos; continuidad que corresponde a la duración de las cosas (presente, pasado y futuro); lo que se puede medir a través de los días, de los meses o de los años; duración". Más aún, tiempo es, en la física, "una grandeza física directamente asociada a la correcta secuencia, por orden de ocurrencia, de los eventos naturales; establecido según coincidencias simultáneamente espaciales y temporales entre tales eventos y las indicaciones de uno o más relojes adecuadamente posicionados, sincronizados y acoplados de forma adecuada al origen ya los ejes coordinados del referencial para el cual se define el tiempo". ¿Complicado? Pero es evidente para todos que Brasil es independiente desde hace 195 años, en los que se produjeron 71175 amaneceres consecutivos. Ya desde la Biblia la tradición judeocristiana establece el concepto de tiempo: el tiempo es lineal, con un comienzo, establecido mediante un acto de creación de Dios, y un fin, determinado por el Juicio Final.
Pero China, así como el budismo en general, valoraba los momentos, el aquí y ahora, el instante en el que tomamos conciencia de nosotros y de lo que nos rodea. Consciencia ("con ciencia" o "estoy consciente") es, intrínsecamente, un fenómeno momentáneo, algo que sólo puede suceder en el momento presente. El resto es memoria de momentos anteriores (que puede ser distorsionada) o imaginación de momentos posteriores (que puede ser afectada por nuestros deseos) 17. Este es el punto neurálgico alrededor del cual giran y se originan nuestros problemas: en lugar de vivir con intensidad y plenitud el momento presente, tomando conciencia de todo lo que nuestros sentidos nos informan sobre nuestras circunstancias inmediatas, dejamos que la mente asuma el control de ese aquí y ahora creando una nube de recuerdos de un pasado que ya no existe o imaginando un futuro que aún no ha llegado y que, por lo general, nunca existirá fuera de nuestra imaginación. El objetivo de los métodos de meditación desarrollados por una diversidad de culturas es precisamente este: practicar técnicas orientadas a liberar nuestra conciencia en el aquí y ahora, permitiéndonos controlar nuestras divagaciones mentales y contactarnos efectivamente con nuestras circunstancias reales.
Debemos subrayar que el espíritu del hombre es mucho más amplio que recuerdos o imaginaciones puramente mentales, ya que sólo se completa con la música y la danza, o sea, con la práctica, con una acción concreta resultante de esos fenómenos mentales. Podemos añadir que ante la música y la danza hasta la filosofía enmudece: mientras que la filosofía occidental poco discutió la música (que es un permanente estar-siendo), varios filósofos trataron extensamente del significado de la literatura o de la pintura, como, por ejemplo, Merleau Ponty hizo con Cezanne. La filosofía occidental (por su preocupación por el "Ser") sólo parece sentirse a gusto, en general, con lo que puede congelarse en el tiempo (como textos y pinturas) a pesar de que es propio del espíritu humano flotar en el tiempo (Bergson fue una excepción al considerar la 'duración', espacio temporal entre dos momentos, como definición ontológica del hombre). En contraposición podemos citar una frase de Confucio "La educación del hombre debe comenzar por la poesía, ser fortificada por la conducta justa y consumarse en la música", o, como leemos en el Libro de los Ritos de la China antigua: "La música brota del corazón humano cuando es tocado por el mundo exterior. Bajo el impacto del mundo exterior, el corazón se emociona y entonces se expresa por sonidos" (observen que la música brota del corazón y no de la mente, ¡perdón Schönberg!)
Es importante destacar que dukkha no es sólo una sensación negativa ya que, claramente, se encuentra detrás de nuestras motivaciones para mejorar las condiciones de nuestras vidas, para intentar hacerlas más agradables. Sólo que allí vive el enemigo: el anhelo o el deseo, que se manifiesta como un apego a nuestras circunstancias, sean ellas positivas, para intentar prolongarlas, o negativas, para intentar superarlas, es la causa de la insatisfacción con que reaccionamos a las coyunturas de nuestra vida. A causa de ese anhelo pegajoso no aceptamos los momentos de la manera que se nos presentan porque queremos que ellos posean propiedades específicas.
Pero ¿quiénes somos nosotros que observamos ese flujo de cosas? Sólo unas cosas más, procesos también impermanentes, que se relacionan e interactúan con todos los otros procesos que ocurren independientemente de nuestra voluntad. Tenemos nuestras características inmanentes, claro, y dentro de ellas nos gusta destacar el pensamiento racional, pero, a pesar de nuestras creencias más queridas, no somos entidades como pensamos ser, ya que también estamos vacíos, o sea, somos procesos compuestos y complejos, sin un "yo" o un "alma" con los que podríamos identificarnos, o sea, la insustancialidad es una característica de todos los fenómenos, incluyendo los seres humanos. Los átomos de mi cuerpo se originaron en el interior de estrellas como subproducto del proceso que producía su energía al fusionar el hidrógeno en helio (el llamado ciclo del carbono). Estos átomos se extendieron por el espacio cuando estas estrellas explotaron al final de sus vidas, se concentraron ocasionalmente alrededor del Sol cuando se formó, pasaron a formar parte del planeta Tierra y finalmente llegaron a formar mi cuerpo. Sólo que, cuando el Sol explote, esos átomos volverán a distribuirse por el espacio, independientemente de que "yo" haya sido cremado o sepultado. Somos procesos formados por innumerables otros procesos independientes de un "yo" o de una "mi voluntad" ("mi" aparato digestivo funciona solo y afecta "mi" humor; "mi" sangre circula sola; "mis" hormonas se producen solas en las cantidades necesarias; "mis" pensamientos invaden, solos, "mí" mente; "mis" deseos aparecen sin que yo los convoque; "mis" manos tiemblan por sí solas; tomo un comprimido fabricado automáticamente en una industria farmacéutica y "mis" pensamientos son más agradables, etc.)
Un punto que nos cuesta mucho reconocer es la continuidad que existe entre todos los procesos y ese compuesto que llamamos "yo". Veamos el siguiente ejemplo, en el cual yo digo, resonando a Descartes (Primera Meditación Metafísica, 1996, p.258):
Estoy aquí, sentado junto al fuego, vestido con un chambre, teniendo este papel entre las manos,
y [me pregunto,] ¿cómo podría negar que estas manos y este cuerpo sean míos?
En ese momento el ladrido de un perro interrumpe mis pensamientos. De repente me doy cuenta (yo, porque ni Descartes, ni nadie de su época, tenía como saber de esos mecanismos) que, para que eso ocurrió, "algo" llamó la atención del perro y lo motivó a hacer vibrar sus cuerdas vocales agitando el aire a su alrededor; esta alteración de las moléculas del aire se propagó en forma de ondas hasta alcanzar mi oído; la presión del aire fue decodificada por mis sensores nerviosos auditivos y una corriente eléctrica circuló hasta mi cerebro donde alteró la profunda observación de mi “yo” en la que me encontraba sumergido. Si un perro hubiera ladrado en aquel momento cerca de Descartes posiblemente la historia del pensamiento occidental habría sido diferente, ya que no podemos definir con claridad dónde termina el perro y donde comienza el "yo" que Descartes entendió haber identificado. Hay una continuidad entre estos procesos que, como ya decía el filósofo taoísta chino Zhuangzi, (siglo IV AC, 700 años antes de que el budismo llegar a China) no es más que 物 化 wùhuà, las cosas transformándose unas en otras.
Este proceso compuesto, que por comodidad llamamos erróneamente de "yo", es muy afectado tanto por la idea de su propia mutabilidad, que comparte con todos los procesos, como por relacionarse con el todo en el que está inmerso apegándose a otros procesos sin aceptar su transitoriedad. ¿Y cuál es la causa de ese apego? La ignorancia.
Esta ignorancia deriva de la forma de funcionar de los sentidos y del pensamiento, procesos independientes e interrelacionados descritos a través del mecanismo de los Doce Eslabones del Origen Interdependiente 18 que aparecen en el círculo externo de la Rueda de la Vida tibetana (la ignorancia está representada por el ciego que avanza tanteando en la primera de las casillas). Debemos recordar este mecanismo no debe interpretarse como "un eslabón conduce necesariamente al siguiente", sino que "la existencia de un eslabón facilita la aparición de lo que sigue", es decir, no hay entre ellos una relación de causa-efecto, sino de precondición de uno a otro. Podemos decir, de forma breve y un tanto libre, que nuestro "estar siendo en este momento presente" está condicionado y estructurado por:

- La ignorancia, que condiciona los procesos: La ignorancia es creer que somos algo diferente y separado de todos los demás procesos, a los que atribuimos existencias independientes, en lugar de vernos como partes interconectadas de un todo. Más aún, hacemos una selección arbitraria de las propiedades de los otros procesos, hecho destacado por la Psicología Gestalt como "figura y fondo", y nos limitamos a esa selección, sin percibir que la cambiamos en el tiempo: en un momento vemos un aspecto, en otro, atentamos para otro, todo en el mismo proceso. La ignorancia consiste en reducir el proceso observado a aquellos aspectos que seleccionamos.
- Los procesos, que condicionan las actividades “voluntarias”: Considerar los procesos como existencias separadas generan en nosotros impulsos, motivaciones, voluntad de "estar-siendo", de obtener cosas, de rechazar otras. En otras palabras, vemos en los procesos lo que nuestra mente proyecta en ellos en lugar de enfocarnos en sus propiedades reales y efectivas.
- Las actividades voluntarias, que condicionan la consciencia: La forma de operar de nuestra mente, memoria, raciocinio, etc., y su relación con los procesos externos, crean en nosotros la ilusión de ser un "yo" separado de ellos.
- La consciencia, que condiciona el cuerpo y la mente:: Cuerpo y mente son los canales de información y comunicación con los procesos que nos rodean. Los dos refuerzan la conexión entre algunos aspectos de los mundos externo e interno, limitando y filtrando los contactos entre ellos, produciendo así la pérdida de una continuidad más fluida y amplia.
- Cuerpo y mente, que condicionan los sentidos: Los órganos sensores funcionan constantemente, pero con limitaciones, por ejemplo. mi oído siempre está oyendo, pero no capta todos los sonidos, como mis ojos sólo pueden percibir la luz del espectro visible, única que nos hace reaccionar. Es como si estuviéramos mirando un paisaje a través de la grieta de una puerta: vemos una porción minúscula del paisaje externo.
- Los sentidos, que condicionan las sensaciones: Escucho, pero realmente no estoy captando todos los sonidos o, aún peor, hago una selección arbitraria de lo que percibo, como cuando, mirando por la grieta de una puerta, creemos que podemos juzgar todo el paisaje. Estas limitaciones originan la fantasía de la "objetividad" de los procesos externos ... de los cuales sólo aprehendemos una fracción.
- Las sensaciones, que condicionan las emociones: Lo que escucho o veo genera en mí emociones y esas emociones esconden y engloban todos los pasos anteriores constituyéndose en el motivador principal de nuestras conductas. Es importante notar que las emociones están ubicadas en el proceso que llamo "yo" lo que me aísla aún más de los otros procesos, escondiendo el efecto básico de la "continuidad".
- Las emociones, que condicionan los deseos: Se genera el deseo de mantener las emociones gratificantes y eliminar las indeseables. Aquí nuestras conductas empiezan a ser claramente visibles ya que están orientadas a esa satisfacción, que es también impermanente como toda la relación entre los procesos.
- Los deseos, que condicionan los apegos: Intento mantener lo que me gusta, aislándolo del resto. Aquí es donde la repetición reina poderosa: hago repetidamente lo que aprendí a gustar y huir de lo que aprendí a disgustar.
- Los apegos, que condicionan el “estar siendo en este momento”: "Montamos" una combinación de las causas anteriores en una aparente unidad. Estructuramos nuestras ideas sobre nosotros mismos y sobre el mundo que nos rodea y creemos que describe adecuadamente el conjunto de la relación entre ellos; pasamos a afirmar "las cosas son así".
- El “estar siendo en este momento”, que condiciona este renacimiento: La intensidad y la plenitud con que logramos vivir y relacionarnos con los otros procesos en este momento presente queda limitada por las restricciones arriba: los filtros de los apegos y de los sentidos, la rigidez de nuestras ideas, la transitoriedad que no logramos asimilar y la continuidad que no hemos podido percibir.
- El renacimiento, que condiciona la decadencia y la muerte: Se trata de la percepción del inevitable declino del momento actual y de su "muerte", o sea, de su transformación en otro momento en el que nuestra combinación de "estar siendo" podría incluso ser diferente ... si lográsemos superar la ignorancia con que volvemos a comenzar el nuevo ciclo.
El mecanismo de los Doce Eslabones puede expresarse de la siguiente manera. En función de la complejidad de nuestra constitución, ora bajo la influencia de una causa o mecanismo, ora bajo la influencia de otra, aumentadas por nuestras incapacidades y frustraciones, ese proceso enmarañado que "está siendo", y que por comodidad llamo "yo", interactúa con los otros fenómenos de una forma torpe (descentrada, desequilibrada, zarandeada; constantemente agitando, alborotando, golpeando, sacudiendo, estremeciendo) lo que nos hace chocar permanentemente -a veces hasta con cierta violencia- contra los otros procesos, lastimándonos y haciéndonos sufrir. Esta agitación se origina en nuestra ignorancia sobre estos otros procesos, sobre las características de nuestra interacción con ellos, sobre las limitaciones de nuestras capacidades y sobre nuestra dificultad intrínseca en satisfacer nuestros interminables deseos de que las cosas tomen un rumbo definido.
Este flujo de procesos agitados no está realmente compuesto por cosas, sino por una sucesión de momentos, cada uno de ellos caracterizado por la cantidad de procesos participantes y por la intensidad con que interactúan. Los momentos llegan y se van como la respiración, algunos son agitados como una respiración jadeante, otros intensos y plácidos como una respiración profunda.
Pero si no somos una entidad, si no tenemos "yo" ni "alma", si "no somos, sólo estamos siendo", si estamos intrínsecamente interconectados con los procesos que interactúan con nosotros, ¿quién es que vive a través de estos diferentes momentos? El filósofo español Ortega y Gasset dijo: "Yo soy yo y mis circunstancias" (1966, Volumen I, p.322) y, como consecuencia, cuando esas circunstancias cambian, es decir, cuando cambia el momento, "yo" ya no más soy el mismo "yo" anterior. En realidad, somos un proceso que forma parte de un momento y, cuando ese momento acaba, bien podemos decir que morimos, sólo para renacer en el momento siguiente (en este sentido, lo que sobró en nosotros del niño que fuimos, ¿cómo podemos decir que somos los mismos, sólo por poseer un documento que registra el mismo nombre, apellido y filiación?) 19. Otra forma de decir esto es: "sólo podemos vivir en el presente, el pasado ya se ha ido y el futuro aún no llegó". En ese constante renacer cargamos las características propias de un momento para el próximo, de un nacimiento para el siguiente, de una vida para otra. Entonces:
- Inspiramos y el oxígeno se extiende por el cuerpo energizando los procesos internos. Vivimos.
- Los procesos internos consumen ese oxígeno generando dióxido de carbono y se quedan sin combustible para continuarlos. Espiramos.
- Ese espirar equivale a morir, ya que si no volvemos a inspirar estaremos efectivamente muertos. Renacemos.
- Por lo tanto, con cada nuevo ciclo de inspiración-espiración nacemos, vivimos, morimos y renacemos.
Así como sólo podemos estar seguros del aire entrando en nuestros pulmones en nuestra inspiración actual (que probablemente será seguida por una espiración, pero que también podrá ser la última), sólo podemos tener alguna idea de cómo estamos iniciando este momento que está llegando, y no de cómo acabará. Debemos esforzarnos para vivirlo con intensidad y atención plena, para dejarlo ir cuando se agote, creando así espacio para otro momento: nuestro próximo renacimiento.
Es importante destacar que todos los ejercicios llamados "espirituales", como la meditación, tai chi chuan y tantos otros desarrollados por una miríada de religiones, culturas, movimientos esotéricos, etc., tienen como objetivo ampliar la conciencia de ese momento presente desarrollando nuestra atención para incorporar, de forma cada vez más amplia, aspectos sutiles de nuestras circunstancias y las emociones que ellos nos provocan, evitando las distracciones que nuestra mente acostumbra estimular.
Nuestra dificultad para vivir los momentos de forma equilibrada hace que el desequilibrio se propague, interfiriendo en los momentos siguientes, o, podemos decir, en las vidas siguientes, contaminándolas a través del karma 20, que es la relación existente entre causas y consecuencias, entre acción y reacción. De este modo, a las acciones equilibradas seguirán consecuencias agradables; a una acción torpe, seguirán consecuencias malas que conducirán a desequilibrios mayores. Considerando que somos un proceso en permanente interacción con los demás, es inevitable realizar acciones que provoquen consecuencias, ver, por ejemplo, la gran cantidad de maestros budistas que han escrito textos para influir en sus lectores. ¿O deberíamos condenarnos a una parálisis infructuosa? No. Karma se refiere específicamente a las acciones ejecutadas con intención, porque eso implica una expectativa del resultado a ser obtenido. Es ahí donde vive el peligro, ya que, en lugar de dejar que los fenómenos interactúen libremente, queremos forzarlos a desarrollarse en una dirección predeterminada que nos parece preferible por cualquier razón que sea 21.
Aquí vale introducir el concepto de los Seis Reinos, que aparecen en el círculo intermedio de la Rueda de la Vida.
La interpretación religiosa los representa como seis formas de renacimiento, pero, como ya vimos, el budismo en su forma original no acepta la existencia de un alma que pueda reencarnar. Así, podemos considerar los seis reinos como una descripción arquetípica de seis formas básicas de interactuar en el mundo. Dependiendo de la forma en que actuamos en un determinado momento, el resultado de esa acción, o karma, determina en qué otro reino "renaceremos" en el momento siguiente, o sea, cuáles serán las condiciones psicológicas que predominarán en esa nueva "existencia". Pero, generalmente, este karma se presenta como repetición, ya que tendemos a actuar de forma equivalente a un piloto automático, continuando haciendo lo que estábamos haciendo en el ciclo anterior, en la vida anterior. Como la respiración es automática, como ella no requiere nuestra atención, no percibimos la transición y así creemos que nada nuevo sucedió. Así, con ese renacimiento no consciente, no somos "nuevos". Traemos con nosotros un bagaje de influencias culturales y familiares, de efectos de nuestra constitución genética, de memorias de nuestra historia personal y del resultado de nuestras acciones pasadas. Todo ello cristalizado en la forma de hábitos.
No se trata, sin embargo, sólo de repetición de acciones, pero también de modos de pensar, de mecanismos psicológicos, de ideas, emociones, preferencias, entre otras tantas cosas. Nos gusta, mucho, imaginarnos libres, pero la realidad es que estamos presos a nosotros mismos, a nuestros mecanismos repetitivos, a la ley del menor esfuerzo, a la inercia, al no innovar (todo ello agrupado en lo que en la Psicología Comportamental se llama zona de confort). Lamentablemente, es más fácil dejarnos llevar por lo repetido y conocido que experimentar algo nuevo (sin olvidar que muchas veces, y de forma insidiosa, lo viejo se viste de nuevo para engañarnos). Todos nuestros condicionamientos y apegos actúan contra nosotros. Nuestra fantasía de tener un "yo" constante que se propaga a lo largo de innumerables ciclos de inspiración-expiración nos grita: "¡Está equivocado, usted es el mismo!"; "¡Quédese en lo conocido, no salte a lo desconocido!"; "¡Usted es así, le guste o no!".
Todo esto significa que, a lo largo de un día, podríamos, potencialmente, pasar por todos los seis reinos, viviendo momentos en que sus cualidades y problemas específicos se manifiestan ya que, fundamentalmente, tenemos la libertad de actuar de forma tal que nos permita elegir el reino en el que vamos a renacer, o sea, las cualidades que podremos exhibir en el momento siguiente. Así, si actuamos con odio renaceremos en el reino del infierno, con codicia en el de los fantasmas hambrientos, con estupidez en los de los animales, con apego al de los humanos, con envidia en el de los semidioses y con orgullo en los de los dioses.
Antes de ver las principales características de cada uno de estos seis reinos debemos hacer una aclaración. Sus nombres se derivan de la tradición religiosa, pero, ni los nombres ni las características de ellos deben ser interpretados de forma peyorativa o elogiosa ya que se trata de formas diferentes de actuar o sentir de los seres humanos y que todos tenemos momentos en los que nos encontramos en cualquier uno de esos reinos. 22
- El reino de los infiernos, predominio de la rabia: son seres que experimentan rabia y odio constantes y viven en el temor de ser agredidos y muertos por los demás seres. Ellos mismos agresores, hieren y matan a otros seres. Sea como se manifiesten, el verdadero obstáculo que permanece es la intensa rabia que experimentan. Sólo trascendiendo este factor será posible limpiar su karma y salir de este reino producido por la agresividad. Es un mundo de terror donde reina un sentimiento de insustentable claustrofobia y donde los seres se ven unos a otros como enemigos. La vida se vuelve una carga tan pesada, hasta el punto de no conseguir encontrar una salida a sus sufrimientos y angustias. También pueden colocarse en la condición de víctimas, creyendo que alguna maldición los persigue y les impide ser felices y vivir en paz. La víctima siempre cree que el mundo está contra ella y que todos sus esfuerzos para cambiar la situación serán en vano. La tendencia, en la mayoría de los casos, es pasar la vida llorando y removiendo el pasado que insiste en cuidar del presente. Muchas veces sienten que no tienen el derecho a vivir experiencias agradables y positivas, siendo constantemente perseguidos por verdugos y malhechores. El reino de los infiernos es doloroso, pero posibilita mucho aprendizaje. Permite descubrir cuánto estos seres alimentan sus ilusiones y se castigan por su incapacidad de perdonarse a sí mismos y a los demás.
- El reino de los seres hambrientos, predominio de la avaricia: son seres que sienten hambre y sed constantes que, siempre codiciando algo que nunca consiguen, viven en un sentimiento de miseria sin alivio. Este reino se caracteriza por la gran ansia, que nunca se contenta porque, por más que coman, nada los satisface y continúan siempre buscando más y más comida en el intento de saciar un hambre que no tiene fin. Su sufrimiento es consecuencia de su sed por emociones, de la búsqueda incesante por soluciones mágicas que puedan revertir la sensación de escasez en que se encuentran. Escasez del amor verdadero que nunca llega para rescatarlos, escasez del reconocimiento de sus potenciales, escasez de cosechar los frutos de las tantas semillas que plantan, escasez del futuro que no se presenta de la forma en que les gustaría. Sus creencias y sus vidas son guiadas por los deseos y sueños que creen ser los responsables de su felicidad en este mundo. Y cuando esos deseos no se realizan por algún motivo, tratan de sustituirlos por otros, rápidamente, para no tener tiempo de parar y analizar con objetividad la situación en que se encuentran.
- El reino animal, predominio del miedo: se encuentran en este reino todos los animales, desde los domésticos a los salvajes, incapaces de obedecer otra cosa que no a los propios instintos. Del nacimiento hasta la muerte, cuando no sufren al verse esclavizados por otros seres, se dedican íntegramente a la subsistencia del cuerpo. La causa de su sufrimiento es la ignorancia. Sin embargo, como con todos los reinos a partir de este punto, hay también un aspecto positivo en este estado, ya que los animales son capaces de disfrutar del momento presente y ciertos aspectos de contentamiento y sencillez. El reino animal se ocupa de la supervivencia y la brutalidad, pero también contiene ciertas regalías que los seres de luz o los seres humanos no serían capaces de disfrutar, como volar como un ave o nadar como un pez. Este reino está dominado por el estancamiento mental, la ignorancia, la inercia y la estupidez, además de la falta de iniciativa, ausencia de sentido del humor y de inteligencia creativa. No tienen la libertad para decidir qué tipo de comportamiento debe ser adoptado en cada situación específica, pero algunos tienen una vida bastante tranquila. Sus relaciones afectivas están marcadas por la búsqueda de aceptación por parte del otro, lo que hace su equilibrio y bienestar dependiente del reconocimiento que reciben o no de aquel que es el objeto de su amor y dedicación. Se atan con sus propias cadenas y se bloquean en jaulas infranqueables, que sienten como un lugar seguro y acogedor donde pasar largos momentos de hibernación, sin saber que existe un mundo vasto, lleno de aventuras a su espera.
- El reino humano, predominio de los deseos: El ser humano tiene su cuota de sufrimientos. Los mayores son el nacimiento, la enfermedad, la vejez y la muerte; eso en medio del apego, del temor de perder los seres que ama y los bienes que posee, o de no conseguir el afecto y los bienes que necesita o juzga necesitar. En los reinos inferiores, dominados por el sufrimiento, o en los superiores, dominados por sus egos, los seres no consiguen encontrar tiempo y condiciones favorables para recorrer el camino que lleva a la iluminación, pero, en contrapartida, aquí es donde es más posible alcanzar la salida del ciclo interminable del samsara. Teniendo cantidades iguales de sufrimiento y de felicidad, el ser humano puede alcanzar el equilibrio y el incentivo necesario para buscar el Nirvana 23 y tratar de salir del atolladero del karma. Así, la condición humana es la primera de las existencias de los reinos superiores y la única dotada de las condiciones necesarias para el progreso espiritual. Sin embargo, sólo estar en el reino humano no garantiza ese progreso ya que apenas unos pocos se sitúan en el nivel que posibilita el desarrollo espiritual, pero disponen de una herramienta fundamental: la conciencia de su posición. Para ello hacen uso del intelecto en lugar de dejarse dominar por las emociones, como en los reinos inferiores, o por el ego, como en los reinos superiores. El gran peligro de esta herramienta es creer que los conocimientos teóricos y los bienes materiales los protegerán de esos infortunios.
- El reino de los semidioses, predominio de la envidia: son seres guerreros de grandes poderes que, sin embargo, aspiran un día a convertirse en dioses, de quienes envidian las cualidades mayores de perfección y, por eso, confabulan incesantemente contra ellos para alcanzar su plenitud. A estos semidioses les gusta pensar que son divinos, pero después de haber trascendido de alguna manera el deseo del reino humano, todavía tienen el ego humano firmemente enraizado. Ellos son seres humanos en forma de dioses, pero aún no son seres celestiales y son totalmente obsesivos por el poder. El resultado de acciones positivas realizadas con alguna envidia o con un sentido de competencia, condiciona el "nacer" en el mundo de los semidioses. En este mundo existe un árbol gigantesco cuyos frutos sólo pueden ser cosechados por los dioses, que habitan un reino arriba. Creyendo que los frutos del árbol debían ser suyos, los semidioses sienten envidia de los dioses y sufren por no poder satisfacerse con los frutos de ese árbol. Estas emociones negativas como rabia, envidia, celos y miedo los dejan completamente ciegos y dispuestos a todo y a cualquier tipo de intento que puedan hacerlos superiores con relación a aquellos que los "amenazan", sólo que esa "amenaza" es creación de sus propias mentes.
- El reino de los dioses, predominio del orgullo: son seres generosos y benignos, que experimentan todos los niveles de felicidad posible, desde el estado más sutil de beatitud hasta el éxtasis; son longevos, sin ser inmortales, pero el inevitable renacimiento en algún reino inferior, por la extinción del karma positivo que generaron anteriormente, es la mayor causa de su sufrimiento. Podemos imaginar a los dioses como seres que han sido confiados con un gran poder, pero que deben luchar contra su falta de humildad. Sus sufrimientos son consecuencia de esa ilusión de poder y siguen presos a la rueda del samsara porque, a pesar de saber lo que es necesario para liberarse de ella, no consiguen implementarlo en sí mismos ya que las sensaciones producidas por la satisfacción de los deseos, por las diversiones que puedan distraer, por los cuidados con la belleza de la forma, giran en torno a la realización del ego y, por lo tanto, no se preocupan por prácticas espirituales efectivas o con el perfeccionamiento de las cualidades que puedan llevarlos a alcanzar el estado de iluminación . Ellos olvidan que todo es impermanente y desperdician sus capacidades en satisfacciones efímeras.
Así, la responsabilidad de los cambios y la superación de las insatisfacciones residen TOTALMENTE en el individuo. En el Kalama Sutra, Anguttara Nikaya, I 188, Buda, cuando preguntado por los habitantes de Kalama sobre la diversidad de enseñanzas existentes, dijo:
“Claro que ustedes están inseguros, Kalamas. Claro que ustedes están con dudas. Cuando hay razones para dudar sobre cualidades o actitudes (como la codicia, la aversión o el odio, la ilusión), nace la incertidumbre. Por lo tanto, no se dejen llevar por informes, leyendas, tradiciones, escrituras, conjeturas lógicas, inferencias, analogías, por acuerdos a través de la ponderación de puntos de vista, por probabilidades, o por el pensamiento: 'este hombre es nuestro maestro'. Cuando ustedes perciben por sí mismos que estas cualidades o actitudes son inadecuadas, censurables, criticadas por los sabios o que, cuando son adoptadas y ejecutadas, llevan a daños y sufrimientos, entonces ustedes deben abandonarlas.
Ahora, Kalamas, quien es discípulo de los sabios y destituido de codicia, de mala voluntad, sin ilusiones, alerta y firme, con una conciencia impregnada de buenos deseos, de compasión, de simpatía y de tranquilidad, logra penetrar en todos los lugares y en todos los aspectos del cosmos de forma amplia, abundante, expansiva, inmensurable, libre de hostilidad, libre de mala voluntad. En ese caso él consigue, aquí y ahora, cuatro certezas:
- Si hay un mundo después de la muerte y consecuencias para las acciones correctas o incorrectas efectuadas, entonces, después de la desintegración del cuerpo posterior a la muerte, reaparecerá en un buen lugar.
- Pero si no hay un mundo después de la muerte y no hay un resultado para las acciones correctas o incorrectas efectuadas, entonces se encontrará, en la vida presente, libre de hostilidad, mala voluntad y problemas.
- Si alguna acción suya ha provocado daños, pero él no ha deseado esos daños, ¿cómo el sufrimiento podría alcanzarlo?
- En caso de que ninguna acción suya haya provocado daños significa que es puro en todos los aspectos."
El cambio de paradigmas necesarios para huir del ciclo interminable del samsara no es algo que se pueda conseguir de la noche a la mañana. Tenemos que desaprender y reaprender mucho, entonces, ¿por dónde empezar? ¿Será que hay una forma de salir de esa trampa del tipo "si corre el monstruo lo agarra, si se queda el monstruo lo come" y alcanzar el nirvana, que nada más es que dejar de sentir el hedor que creemos desprenderse de los fenómenos por no comportarse como queremos? Para ello se desarrollaron diferentes prácticas y se crearon diferentes escuelas, pero, como todos los caminos conduce a Roma, debemos buscar el que más sentido hace para cada uno de nosotros para, entonces, recorrerlo hasta que la luz se haga en nuestra la cabeza y el perfume sustituya al hedor. El objetivo de esas prácticas es aprender a evitar la contaminación del momento siguiente con las limitaciones e imperfecciones del momento presente, todo dentro de nuestras posibilidades, ya que no tenemos control sobre el progreso de los fenómenos externos (un asteroide puede estar en camino de la Tierra y chocarse contra ella: ¿qué podemos hacer en este caso?) ni de los internos (células dentro de "mi" cuerpo pueden estar convirtiéndose en un cáncer o microbios que aspiré pueden estar reproduciéndose alegremente y formando una pulmonía). ¿Y por qué una práctica? Porque no se trata de "saber sobre", es decir, de teorizar, sino de "saber cómo hacer", o sea, de actuar. En otras palabras, el nirvana está aquí, en medio del mundo fenoménico y disponible para cada uno de nosotros: es sólo cambiar la forma de ver las cosas, viviendo con intensidad y profundidad cada momento y respetando sus características. Dejándolo venir y dejándolo ir como lo hacemos con la respiración. Hacer, como decía Montaigne (1996, Volumen II, p.390):
“Cuando bailo, bailo; cuando duermo, duermo;
e incluso si, cuando camino por un hermoso bosque,
mis pensamientos se dirigen hacia cosas extrañas,
los fuerzo a volverse hacia el bosque.”
Pero eso nos parece demasiado fácil y no percibimos la profundidad del cambio requerido.
Cuando Buda preguntó a un discípulo: "¿Cuál es la duración de la vida?" y éste respondió: "un inspirar y un espirar" expresó exactamente lo que estamos hablando. Sólo estamos en el momento presente, el pasado se fue y el futuro no llegó. Pero en este presente estamos condicionados por lo que hicimos en el momento anterior y eso es el karma: el simple resultado de la acción que efectuamos en el momento anterior, haya sido ella buena o mala, blanca o negra. Al realizar espontáneamente lo que es adecuado en un determinado momento estamos efectuando una acción sin karma, porque, en el instante siguiente, no nos acordaremos de ella y no nos preocuparemos por lo que hicimos o porque lo hicimos, ni de los resultados obtenidos, y estaremos libres para vivir ese nuevo momento en toda su plenitud, incondicionados por nuestro pasado. En esas condiciones estaremos viviendo íntegramente en el presente, y eso es el nirvana ya que no sentimos dolor por lo que ya no tenemos ni ansiedad por lo que aún no ha llegado.
Resumiendo, una vez más: "estamos siendo en este momento", "interactuando con los diez-mil-procesos que nos rodean", y deberíamos hacerlo de forma "equilibrada y armónica", prestando "atención plena a la intensidad y calidad de este momento" con el objetivo de evitar chocarnos inútilmente contra estos diez-mil-procesos, dejando de "verlos como algo negro y hediondo" 24. Para ello debemos cambiar los puntos de vista que tanto aprendemos a gustar y con los que aprendimos a identificarnos.
Para finalizar podemos volver a la frase de Ortega y Gasset:
“Yo soy yo y mis circunstancias”
Como hemos visto, el budismo nos ofrece una explicación bien consistente del fenómeno que, por comodidad, llamo "yo". Él nos ofrece un mapa de las diferentes partes que componen ese fenómeno, lo que nos facilita comprenderlo y mejorarlo con el objetivo de mantener un equilibrio interno que nos permita acercarnos al objetivo que el Dalai Lama menciona más arriba: ser felices.
Pero, aunque el budismo puede enseñarnos la mejor manera de desarrollarnos internamente para enfrentar nuestras circunstancias, nada nos habla de ellas, que son innumerables en su diversidad. Aquí es donde entra el Yi Jing y su función de brújula. Él nos puede proporcionar una indicación de dónde se encuentra ese punto de equilibrio entre el “yo”, en el estado de desarrollo que esté, y las circunstancias, aquellas que específicamente están actuando en el momento que estamos viviendo.
NOTAS
- ↑ Traducido por Thomas Cleary, “The Buddhist I Ching”, Shambhala Publications, Boston, USA, 1987
- ↑ Fuentes principales: WIKIPEDIA, consultadas en octubre/2010.
- ↑ PROCESO: "Acción continuada, realización continua y prolongada de alguna actividad; seguimiento, curso. Secuencia continua de hechos u operaciones que presentan cierta unidad o que se reproducen con cierta regularidad; progreso, desarrollo, marcha ". Utilizada como alternativa a "cosa", que se restringe a lo material y a los objetos, y a "fenómeno", que se refiere aquello que nos aparece, pero que queda demasiado vinculado a nuestra percepción. En chino, 物 wù "cosa", incluye los objetos materiales e inmateriales, los animales y los humanos, por eso es mejor traducirla por "proceso".
- ↑ Frase muy difícil de traducir a lenguas que algunos piensan mejor equipadas para hacer filosofía de que el portugués o español, como serían el griego, alemán, inglés o francés (¡siento mucho, Heiddeger!). ¿Y por qué? Porque no tienen el verbo "estar" en su sentido de "tener o presentar (cierta condición física, emocional, material, profesional, etc., no permanente); encontrarse (en cierto momento o lugar, transitoriamente)”. Si consideramos el inglés, esta frase debe ser traducida literalmente como "they are not, they are being", ("ellos no son, ellos son siendo"), lo que obliga a destacar implícitamente la existencia de un sujeto separado de los otros fenómenos, a perder la referencia directa a la transitoriedad y a enfatizar el verbo "ser" con sus connotaciones sobre esencias, sustancias, etc. En la filosofía occidental el primero en defender esa transitoriedad fue Heráclito con su río, que nunca era el mismo, pero fue necesario esperar el siglo XX para que esa idea fuera nuevamente defendida con fuerza. Esta frase puede a veces ser inadecuadamente interpretada como "venir a ser" (derivada del inglés "they are becoming" que intenta huir de la trampa del verbo to be); pero eso no sólo transfiere el foco del presente a un momento siguiente que ni sabemos si conseguiremos vivir (ya que en esta interpretación queda subentendido que "todavía no somos"), como implica una teleología, en el sentido de existir algo específico que TENEMOS que realizar.
- ↑ MUTABILIDAD. Se refiere a una característica común a todos los procesos: ellos cambian constantemente, aparecen, crecen, maduran, decaen y desaparecen. Del pali: anicca; sánscrito: anitya; chino: 無 常 wúcháng: "sin constancia". La palabra pali anicca significa literalmente "inconstante" y está formada por la partícula negativa "a" y la palabra "nicca" que significa "continuidad y permanencia". Esta mutabilidad se aplica a mí y a la silla donde estoy sentado, pero también a las rocas, a los océanos, a los continentes, al planeta, a las estrellas, a las galaxias.
- ↑ INSATISFACTORIEDAD: representa la llamada Primera Noble Verdad de Buda: "todo es dukkha", y se refiere a la RELACIÓN TORPE o desequilibrada con que nos relacionamos con los procesos que nos rodean. Podemos comparar las palabras sánscritas sukha "placer, comodidad, bienaventuranza" con duhkha "miseria, infelicidad, dolor". Su y dus son prefijos, indicando bueno o malo. Kha, que en sánscrito tardío significa "cielo, éter o espacio", fue originalmente la palabra para "agujero", en particular el agujero del eje de la rueda de un vehículo (los antiguos arios eran nómades que viajaban en vehículos tirados por caballos o bueyes). Así, sukha significaba originalmente "tener un buen agujero del eje", mientras que duhkha significaba "tener un agujero de eje malo", llevando la incomodidad en el movimiento. En chino se conoce como 苦 kû: "amargo".
- ↑ VACÍO, SIN SUSTANCIA O ESENCIA. Se aplica a todos los procesos: ellos carecen de sustancia básica (hasta la materia está formada por átomos, que nada más son que energía aparentemente "solidificada", flotando en el vacío). Del sánscrito sunyata: "nada, cero, vacío"; en chino 空 köng, formado por 穴 xué: "un agujero, una cueva" y 工 göng: "escuadra de carpintero; por extensión: obra, tarea, ornamento "; el conjunto 空 representa un "proceso vacío, hueco" y significa: "vacío, nada; espacio sideral; vano, sin valor". SIN-YO. Del sánscrito anatman, literalmente "no-yo"; en chino 無 我 wu wô: "sin yo, sin mío". Como 我 wô es el pronombre de la primera persona del singular, percibimos que el concepto de anatman no es una discusión sobre la existencia o no de un yo freudiano, sino de algo más simple y perturbador: el cuestionamiento de la existencia de un sujeto para las acciones verbales en función de ser un proceso compuesto.
- ↑ 法, fâ, significa “ley, método” y el ideograma representa “agua circulando fácil y libremente”.
- ↑ Folha de São Paulo, 14/10/2001
- ↑ Otro ejemplo serían los átomos de uranio que normal y espontáneamente emiten una cantidad de partículas (por eso lo llamamos radioactivo), pero esa emisión sólo genera una reacción nuclear en cadena cuando la masa de uranio supera los 400kg, enriquecidos con el 20% del isótopo uranio 235. Podemos decir que ese volumen de uranio posee una cantidad de energía, pero sólo puede ser perceptible cuando varios km² alrededor de él se transformen en fuego, humo y ruinas resultantes de la explosión.
- ↑ Hay un casi consenso en los medios científicos que esa sopa de partículas que llamamos Universo apareció, se originó, se formó, etc., 13.500 millones de años atrás en una gigantesca explosión llamada Big Bang. Considerando la ley de conservación de la energía, es inevitable el siguiente cuestionamiento: ¿cuál fue el fenómeno anterior que, al transformarse, generó esa energía prácticamente infinita que acabamos de llamar Energía Primordial?
- ↑ Para quien duda de esta velocidad debo recordarle de cuándo se tomaban fotos con películas de 35 mm, de cuando comprábamos LP's con los últimos éxitos (ahora ni CD's compramos más), de los teléfonos públicos en cada esquina, de las cartas en el correo o de los FAX's enviados por teléfono, de la época en que se usaban mapas en lugar de GPS o Waze, de los omnipresentes celulares que están acabando con los PC's, de las pantallas planas coloridas de 42 pulgadas en lugar de las grandes cajas de los televisores blancos y negros, del Uber sustituyendo los taxis, el Netflix a las locaciones, el Whatsapp a las empresas de telefonía y Google a las enciclopedias, de ..., de ..., de ..., y por ahí vamos.
- ↑ En el prefacio del libro del psicoanalista Mark Epstein: “Thoughts without a thinker. Psychotherapy from a Buddhist Perspective”, Basic Books, New York, USA, 1995 y 2013.
- ↑ FLUJO CONTINUO. Describe el estado en el que se encuentran todos los procesos. Del sánscrito samsara, literalmente “movimento continuo" o "flujo contínuo". En muchos idiomas indios modernos samsara significa “mundo físico, universo; familia”. En chino 輪 迴 lún húi: “rueda que gira”.
- ↑ Ver Hall and Ames (1995; p.215): “Proceso implica unicidad y hace problemática cualquier noción de identidad estricta” y (p.233) “Donde un taoísta celebra su unidad con todas las cosas, el significado de “unidad” es “continuidad” con otras cosas, no “identidad”.”
- ↑ No confundir "momento" con "instante". "Instante" es la "división arbitraria e indeterminada de una entidad trascendental llamada tiempo" que se caracteriza por su insensibilidad y por la dificultad en establecer la diferencia entre un instante y otro. Con respecto a esa entidad es interesante destacar el comentario de San Agustín (1996, p.322): "¿Qué es el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé; si lo quiero explicar a quién me haga la pregunta, ya no lo sé". Lamentablemente, textos de física moderna sobre el tema no ayudan mucho porque parecen más arcanos y esotéricos que tratados hindúes medievales sobre la metempsicosis. Por otro lado, el momento es una "circunstancia o conjunto de circunstancias; coyuntura, situación", implicando, por lo tanto, en la interrelación entre diferentes procesos y caracterizándose por su calidad e intensidad, lo que distingue claramente un momento del otro. Curiosidad: los chinos nunca desarrollaron el concepto de "tiempo", a pesar de 3000 años de civilización y de haber inventado la pólvora, la brújula, el papel y la prensa; por eso, cuando tuvieron que traducir "tiempo" al chino al final del s. XIX, inventaron el neologismo 時 間 shijian, (que pasó directamente al japonés) que significa literalmente "entre momentos".
- ↑ El sufí Omar Ali Shah define la conciencia como un sexto sentido que da un significado a las informaciones que nos llegan provenientes de los cinco sentidos tradicionales (“El camino de los audaces”, Editora Sufi, España, 2013, pág.134)
- ↑ DOCE CAUSAS (o Doce Eslabones del Origen Interdependiente). Un mecanismo elaborado (del cual existen variaciones significativas de escuela a escuela) que describe las causas de nuestra relación torpe con los procesos que nos rodean y representa la Segunda Noble Verdad de Buda: "Hay una causa para el dukkha". Del sánscrito paticcasamuppáda, en chino: 緣 起 yuánqî: "la causa de lo que aparece".
- ↑ RENACIMENTO. Del sánscrito punarbhava, literalmente "volver a ser"; en chino 新 生 xinsheng: "vida nueva". Es preferible no utilizar la forma más común de "reencarnación" porque lleva a innumerables conflictos con el concepto budista de no-yo (¿Quién o qué reencarna? ¿Donde? ¿Cuándo?).Del sánscrito punarbhava, literalmente "volver a ser"; en chino 新 生 xinsheng: " vida nueva ". Es preferible no utilizar la forma más común de "reencarnación" porque lleva a innumerables conflictos con el concepto budista de no-yo (¿Quién o qué reencarna? ¿Donde? ¿Cuándo?).
- ↑ CONSECUENCIAS DE LAS ACCIONES. Del sánscrito karma "acción". En chino 因 果 yinguo: "causa y efecto". En los textos sánscritos budistas este concepto es frecuentemente expresado como karma vipaka, lit. "El fruto de las acciones". No debe cometerse el error frecuente de equipararlo al concepto occidental de "destino", con el cual no tiene nada en común: una cosa es atribuir el progreso del mundo a una entidad trascendental que lo predetermina y otra es la constatación pura y simple de que toda acción genera alguna consecuencia.
- ↑ La idea de dejar interactuar libremente todos los procesos, con la misma restricción a la interferencia intencional por parte de los hombres, es lo que los chinos llaman 道 Dao (Tao), que puede ser traducida como el "curso" o "camino" natural del proceso total que engloba a los diez mil procesos que forman ese todo. El concepto de Dao se remonta a los primordios del pensamiento chino y fue elaborado en profundidad en el Daodejing (Tao Te Ching), obra atribuida a Laozi (Lao Tze, siglo V a. C.), aproximadamente contemporáneo de Buda.
- ↑ Agradezco el material retirado de https://anoitan.wordpress.com/2012/05/02/budismo-e-psicologia-os-seis-reinos-de-renascimento-e-as-disposicoes-da-psique-na-vida-presente/ ; www.ograndejardim.com/2015/08/14/os-seis-reinos-do-samsara-budismo-tibetano/ ; https://medium.com/@franklinalexandre/os-seis-reinos-de-exist%C3%AAncia-no-budismo-72f7cd041b83
- ↑ NIRVANA. La palabra sánscrita compuesta por el prefijo nir, que significa "hacia fuera, lejos, sin", y la raíz va[na], que puede ser traducido como "soplo", "soplo del viento" y como "olor". Puede ser interpretada, entonces, como "sin olor o hedor". En chino fue transliterado fonéticamente como 涅 縏 niepan: lit. "Lo negro no avanza". El concepto es a menudo traducido como "paraíso", pero eso conduce a una visión equivocada que lo asimilaría a los paraísos cristiano o islámico, superpoblados de ángeles y dioses.
- ↑ En una tradición diferente del budismo, el taoísmo nos habla algo muy parecido cuando dice (Daodejing o Tao Te Ching, capítulo XXIX, traducción de Sproviero, 1997):
Podemos decir que el budismo y el taoísmo coinciden en el diagnóstico sobre nuestra relación con los diez mil procesos, sólo que el primero elaboró más a fondo los caminos que conducen a una actitud más equilibrada y libre ante ellos.Querer abarcar el mundo y en él actuar, veo no ser alcanzable ...
El mundo es un vaso espiritual, no es posible en él actuar
El que actúa lo arruina, el que lo abarca lo pierde
Por lo tanto, las cosas:
Ora se anticipan, ora siguen,
Ora se calman, ora se enfurecen
Ora prosperan, ora declinan
Ora afluyen, ora refluyen
Por eso, el hombre santo aleja
Lo demasiado, lo desmesurado, lo descalificado